Redacción: Jorge Gómez-Manzanilla/TribunaMadridista
Fue un jueves 26 de junio de 2012, España volvía 24 años después a una semifinal de un campeonato de Europa de selecciones nacionales rompiendo un maleficio de cuartos de final que nos había pasado factura desde aquella Eurocopa de Francia 1984, edición tras edición.
En aquella semifinal nos esperaba Rusia, una selección a la que ya habíamos derrotado en nuestro primer partido en la Eurocopa por (4-1), con hat trick de Villa, a la postre, pichichi del mundial y con un gol de cabeza de Cesc Fábregas, ambos protagonistas también aunque por motivos bien diferentes en esta semifinal ante Rusia, el primero por una inoportuna lesión que le privó de disputar casi toda la primera mitad, la segunda mitad de la semifinal y sobre todo, la final ante Alemania del domingo 29 de junio y el segundo por firmar una soberbia actuación regalando dos asistencias de gol a Güiza en el (2-0) y a Silva en el (3-0).
De amarillo (preludio de la medalla de oro que conseguiríamos el domingo ante Alemania) y con una intensa lluvia sobre el "Práter" de Viena, España dominó el partido de principio a fin con una Rusia incapaz de hacer frente a todo un manantial de "tiki-taka" que aplastó a su rival y enamoró a Europa entera.
Con (0-0), Villa lesionado y dejando sitio a Fábregas se llegó al descanso. La tensión y el temor a un tanto ruso se despejó en unos segundos cuarenta minutos, los mejores que cualquier selección europea ha realizado en una Eurocopa, con tres tantos, el primero de Xavi, el segundo de Güiza y el tercero de Silva que son tres ejemplos de como construir un contragolpe, una muestra de fútbol preciosista, majestuoso, cautivador, rápido y demoledor, con cuatro o cinco pases al primer toque y con definiciones de auténticos "craks" del balompié.
Si en la primera jugada Iniesta desde la izquierda asiste al corazón del área para que Xavi, su socio en el Barça y en la selección perfore las redes rusas con un sutil toque con su pierna diestra (1-0), el segundo tanto Cesc nos regala una sensacional vaselina al primer toque por encima de los zagueros rusos para que Güiza tras un espectacular control orientado con su pecho, también de vaselina supere al cancerbero ruso y establezca el (2-0) en el marcador en el mejor tanto que el "killer" jerezano ha firmado con la elástica nacional.
Con (2-0) y la fiesta española en las gradas del estadio vienés, Cesc regala de nuevo otra asistencia con el exterior de su pierna diestra para que Silva tras recortar a los defensores rusos bate a Akinfeev haciendo el (3-0) definitivo.
Tres golazos, tres razones para soñar en una Eurocopa que tres días más tarde, el domingo 29 de junio de 2008 nos coronaría como campeones de Europa, en la que fue la segunda Eurocopa (la primera que conseguía España en color) 44 años después. La noche del 26 de Junio, la noche que Europa se enamoró de la roja.
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